viernes, 9 de noviembre de 2007

hacerse mayor

Hay momentos en los que una aún se siente una niña, aún cree que es una de esas adolescentes que meten grititos histéricos en el metro al ver a alguien mirarlas (si es un chico, pueden llegar a desmayarse). Pero justo en el momento en que interpreta como ridícula su actitud, como poco más que de chica de vida alegre (i.e. putón verbenero) su vestimenta y al mirarlas siente cierta nostalgia en esa unión que muestran entre ellas, una se da cuenta de que no es una de ellas. YA NO! Y entonces, al darse cuenta, una no sabe por cual de los dos sentimientos que la ocupan decantarse: si por la nostalgia de tiempos pasados, que siempre parecen mejores, o si por el alivio de no ser tan sumamente ridicula a ojos de los adultos.... ALARMA: he dicho "adultos". Eso significa que.... ¡yo soy adulta! ALARMA, ALARMA, ALARMA.

Pues sí, porque debo admitir que al abrir La Vanguardia en la sobremesa cada día, la conversación entre la juventud de mi oficina, es decir, aquellos que somos producto de los finales de los 70 y los muy principios de los 80, analizamos a los adoelscentes de hoy en día y criticamos dejando títere sin cabeza a éstos. Parecen ya no seres de otra generación sino de otro mundo. Y seguramente los que nacieron en los 90 sean de otro mundo, sino recordad ese e-mail que dio tantas vueltas sobre la supervivencia de los que ahora estamos en la cuesta abajo hacia los 30 si es que no los tenemos ya yendo a parques hechos de hierro, bebiendo de fuentes públicas, jugando en la calle y sin un proteccionismo enfermizo. Pero la frase que determinó la conversación de ayer sobre estos temas la dijo Sonia Peña: seguro que detrás de ese tanga que se ve porque los pantalones apenas llegan a la cadera, de ese rimel y hasta de estos tacones a una edad en que nosotros aún estábamos despertándonos, hay también una chica que sabe tanto o menos que nosotras a su edad y que no sabría que hacer si un chico le dijera ciertas cosas.

Puede ser.... Ya, ya sé que no, pero dejadnos soñar, sobre todo cuando todos hablan de niños, de los ya nacidos o de los que nacerán. Cuando uno es adulto (SOS), solo le queda ser inocente como un niño.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pues si...

Jo també tinc la mateixa sensació... de cop, hi ha coses que queden lluny, i no me n'havia ni adonat...

Tot i així, procuro que la meva nena interior estigui tan a prop de la superfície com sigui possible.

Què passaria si deixéssim de creure en la màgia i ho miressim tot des dels ulls experts d'un que ja sap de què va tot? El món es tornaria gris...

Petons!
A l'espera d'aquell sopar-reencuentro... quan fem un altre cafe tu i jo?