Ayer encontré este artículo en una revista y hoy ha surgido el tema con una amiga y hemos disertado sobre lo mismo. Ahí va un trozo del artículo:
¿Amigos o simples colegas?
Siempre digo que hacer amigos es relativamente fácil. Lo dificil es conservarlos. Y también, cómo no, aprender a distinguir a los verdaderos amigos de los simples colegas. (...) Aunque es duro admitirlo, la amistad ha de pasar por algunos filtros para dar prueba de resistencia. No siempre se superan y no es extraño que alguien a quien habíamos tomado por compañero del alma acabe decepcionándonos cuando las cosas se ponen feas. (...) Si bien hay que ser inflexible con los amigos que nos decepcionan, tampoco es bueno someter la amistad a pruebas estúpidas. (...) Es necesario conocer las limitaciones, respetarlas y dar importancia a las cosas verdaderamente grandes. También he conocido a gente convencida de que la amistad necesita contacto permanente, y que hay que llamarse media docena de veces al día y verse cada dos por tres; pero esas relaciones sólo pueden generar asfixia y malestar: apreciar a alguien no implica convertirlo en una especie de siamés. Por el contrario, no hay nada más gratificante que reecontrarse con un amigo al que llevas siglos sin ver y comprobar que todo fluye con la misma naturalidad que si os hubierais encontrado el día anterior. El paso del tiempo es un termómetro para medir a los amigos reales. Una amistad verdadera resiste misteriosamente el paso de los años.
Siempre digo que hacer amigos es relativamente fácil. Lo dificil es conservarlos. Y también, cómo no, aprender a distinguir a los verdaderos amigos de los simples colegas. (...) Aunque es duro admitirlo, la amistad ha de pasar por algunos filtros para dar prueba de resistencia. No siempre se superan y no es extraño que alguien a quien habíamos tomado por compañero del alma acabe decepcionándonos cuando las cosas se ponen feas. (...) Si bien hay que ser inflexible con los amigos que nos decepcionan, tampoco es bueno someter la amistad a pruebas estúpidas. (...) Es necesario conocer las limitaciones, respetarlas y dar importancia a las cosas verdaderamente grandes. También he conocido a gente convencida de que la amistad necesita contacto permanente, y que hay que llamarse media docena de veces al día y verse cada dos por tres; pero esas relaciones sólo pueden generar asfixia y malestar: apreciar a alguien no implica convertirlo en una especie de siamés. Por el contrario, no hay nada más gratificante que reecontrarse con un amigo al que llevas siglos sin ver y comprobar que todo fluye con la misma naturalidad que si os hubierais encontrado el día anterior. El paso del tiempo es un termómetro para medir a los amigos reales. Una amistad verdadera resiste misteriosamente el paso de los años.
Pues eso....
